martes, 11 de septiembre de 2012

Mi querida hechicera Aire

Es una de mis primeras historias, y uno de mis personajes favoritos.

Soy Aqua, la madre de Aire. No creo que ella sea capaz de contaros su historia en condiciones. Si la preguntáis, os dirá que ella procede de la Luna y que un ángel la trajo a la Tierra. O que su primer recuerdo de la infancia es volar con un dragón. Mi niña...
Todo empezó cuando Aire tenía cinco años. Era una niña muy inteligente, charlatana. Y claro, la magia ya estaba en ella. Estaba todo el día haciendo levitar cosas. A su padre y a mi nos encantaba ver cómo disfrutaba con ello.
Cuándo íbamos por el pueblo, la gente se paraba para hablar con ella. Era toda una ricura y el pueblo la adoraba... Bueno, en realidad, no todos. Había un mago, Zeo, que nunca se acercó a mi hija. No me importaba mucho, la verdad. Ese hombre era un poco raro y quizá pudiera asustar a mi pequeña Aire.
Todo ocurrió un día. Estaba por el pueblo con Aire y nos encontramos a una amiga mía y a su hijo. Como son de la misma edad, se pusieron a correr y a juguetear mientras nosotras hablábamos. La perdí de vista 5 segundos... Fueron suficientes. El niño volvió diciendo que un señor muy malo se había llevado a Aire. Que era ese señor raro que siempre parecía enfadado. Zeo.
Salí corriendo, preguntando a todo el mundo por mi hija o por Zeo. No tardaron mucho en unirse a la búsqueda todo el pueblo. Temíamos lo peor. ¿Qué le podía hacer ese señor a mi hija? No quería ni pensarlo. Si le hubiera tocado un pelo... Le habría matado con mis propias manos.
No hizo falta. Cuando llegamos a donde tenía a mi hija, él ya estaba muerto. Mi hija estaba en medio de un símbolo extraño pintado en el suelo. Iba con una túnica blanca. Sangraba por la boca, tenía un ojo hinchado, parecía que la hubieran pegado. Se miraba a las manos con una expresión horrorizada. Jamás se me olvidarán esos ojos. Estaban perdidos en el tiempo, esa mueca de dolor me hizo gritar de pánico.
Zeo estaba tirado en el suelo inmóvil. Una parte de su cuerpo estaba en llamas, el resto estaba prácticamente carbonizado.
Lo que pudimos saber por los escritos de Zeo es que estaba celosa del poder natural de mi hija, y que había diseñado un método para robarla los poderes. Su paso final era matar a mi pequeña Aire. Mi hija se debió rebelar y por eso él le debió golpear para que se estuviera quieta. Pero el poder de mi hija debió abrasarle...
A ella jamás la pudimos sacar nada. Es cierto que tampoco quisimos insistir mucho. Estuvo días y días con la misma expresión en los ojos. No comía ni bebía, sólo estaba en la cama. El doctor nos dijo que era normal, que había sido una experiencia traumática para ella, pero que no tardaría en "despertar".
Y lo hizo, mi hija despertó... Pero ya no era ella. Se comportaba de una forma extraña. Se ponía a hablar con las puertas y las ventanas, si no lo hacía con su sapo. Era muy extravagante. El doctor nos dijo que era normal, que ya volvería a ser ella misma...
Han pasado 13 años desde entonces y ella sigue igual. Será su forma de defenderse de ese trauma que la ha marcado para siempre.
Un día, decidió irse de casa. La pregunté que a dónde iba a ir, que se quedara a mi lado. Dijo que había sido llamada, que alguien buscaba un héroe y sabía que su sapo encajaba a la perfección en ese papel. Así que tenía que ir a presentárselo a la voz. Que su sapo tenía que derrotar a Morcar.
A Morcar. A ese mago tan malvado. El que casi nos mata a todos y ahora estaba dispuesto a volver a intentarlo. No se cómo se había enterado de todo eso, ni si esa voz era real. Si lo fuera, debía ser de Mentor... Pero no creía que un mago de su nivel llamara a mi hija desequilibrada para que se convirtiera en heroína.
La supliqué que se quedara, que Morcar era muy peligroso y que la mataría con la mirada, como las historias antiguas decían. Ella me miró, se puso seria y me dijo que alguien debía combatirle y que ese era su destino. Me asusté, mi hija jamás había hablado así. Esa seriedad... Era tan distinta a ella...
Acto seguido, dijo que su sapo estaba más que preparado, que sabía hacer muchas cosas y que ridiculizaría al ejército del pueblo.
No la pude detener, todavía estaba impresionada con su seriedad, esos escasos segundos... Ella salió corriendo, gritando y riéndose como si estuviera loca... Y a día de hoy, sólo se que está con Mentor, que me escribió una carta diciendo que mi hija podría llegar a ser una gran heroína...
Yo sólo quiero que siga viva...

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