Es una de mis primeras historias, y uno de mis personajes favoritos.
Soy Aqua, la madre de Aire. No creo que ella sea capaz de contaros su
historia en condiciones. Si la preguntáis, os dirá que ella procede de
la Luna y que un ángel la trajo a la Tierra. O que su primer recuerdo de
la infancia es volar con un dragón. Mi niña...
Todo empezó cuando Aire tenía cinco años. Era una niña muy inteligente,
charlatana. Y claro, la magia ya estaba en ella. Estaba todo el día
haciendo levitar cosas. A su padre y a mi nos encantaba ver cómo
disfrutaba con ello.
Cuándo íbamos por el pueblo, la gente se paraba para hablar con ella.
Era toda una ricura y el pueblo la adoraba... Bueno, en realidad, no
todos. Había un mago, Zeo, que nunca se acercó a mi hija. No me
importaba mucho, la verdad. Ese hombre era un poco raro y quizá pudiera
asustar a mi pequeña Aire.
Todo ocurrió un día. Estaba por el pueblo con Aire y nos encontramos a
una amiga mía y a su hijo. Como son de la misma edad, se pusieron a
correr y a juguetear mientras nosotras hablábamos. La perdí de vista 5
segundos... Fueron suficientes. El niño volvió diciendo que un señor muy
malo se había llevado a Aire. Que era ese señor raro que siempre
parecía enfadado. Zeo.
Salí corriendo, preguntando a todo el mundo por mi hija o por Zeo. No
tardaron mucho en unirse a la búsqueda todo el pueblo. Temíamos lo peor.
¿Qué le podía hacer ese señor a mi hija? No quería ni pensarlo. Si le
hubiera tocado un pelo... Le habría matado con mis propias manos.
No hizo falta. Cuando llegamos a donde tenía a mi hija, él ya estaba
muerto. Mi hija estaba en medio de un símbolo extraño pintado en el
suelo. Iba con una túnica blanca. Sangraba por la boca, tenía un ojo
hinchado, parecía que la hubieran pegado. Se miraba a las manos con una
expresión horrorizada. Jamás se me olvidarán esos ojos. Estaban perdidos
en el tiempo, esa mueca de dolor me hizo gritar de pánico.
Zeo estaba tirado en el suelo inmóvil. Una parte de su cuerpo estaba en llamas, el resto estaba prácticamente carbonizado.
Lo que pudimos saber por los escritos de Zeo es que estaba celosa del
poder natural de mi hija, y que había diseñado un método para robarla
los poderes. Su paso final era matar a mi pequeña Aire. Mi hija se debió
rebelar y por eso él le debió golpear para que se estuviera quieta.
Pero el poder de mi hija debió abrasarle...
A ella jamás la pudimos sacar nada. Es cierto que tampoco quisimos
insistir mucho. Estuvo días y días con la misma expresión en los ojos.
No comía ni bebía, sólo estaba en la cama. El doctor nos dijo que era
normal, que había sido una experiencia traumática para ella, pero que no
tardaría en "despertar".
Y lo hizo, mi hija despertó... Pero ya no era ella. Se comportaba de
una forma extraña. Se ponía a hablar con las puertas y las ventanas, si
no lo hacía con su sapo. Era muy extravagante. El doctor nos dijo que
era normal, que ya volvería a ser ella misma...
Han pasado 13 años desde entonces y ella sigue igual. Será su forma de
defenderse de ese trauma que la ha marcado para siempre.
Un día, decidió irse de casa. La pregunté que a dónde iba a ir, que se
quedara a mi lado. Dijo que había sido llamada, que alguien buscaba un
héroe y sabía que su sapo encajaba a la perfección en ese papel. Así que
tenía que ir a presentárselo a la voz. Que su sapo tenía que derrotar a
Morcar.
A Morcar. A ese mago tan malvado. El que casi nos mata a todos y ahora
estaba dispuesto a volver a intentarlo. No se cómo se había enterado de
todo eso, ni si esa voz era real. Si lo fuera, debía ser de Mentor...
Pero no creía que un mago de su nivel llamara a mi hija desequilibrada
para que se convirtiera en heroína.
La supliqué que se quedara, que Morcar era muy peligroso y que la
mataría con la mirada, como las historias antiguas decían. Ella me miró,
se puso seria y me dijo que alguien debía combatirle y que ese era su
destino. Me asusté, mi hija jamás había hablado así. Esa seriedad... Era
tan distinta a ella...
Acto seguido, dijo que su sapo estaba más que preparado, que sabía
hacer muchas cosas y que ridiculizaría al ejército del pueblo.
No la pude detener, todavía estaba impresionada con su seriedad, esos
escasos segundos... Ella salió corriendo, gritando y riéndose como si
estuviera loca... Y a día de hoy, sólo se que está con Mentor, que me
escribió una carta diciendo que mi hija podría llegar a ser una gran
heroína...
Yo sólo quiero que siga viva...
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